Después de varios atrasos y múltiples filtraciones y rumores, The Last of Us II saldrá a la venta este 19 de Junio. Día en el que el mundo de los videojuegos seguramente sufrirá un cambio, para bien o para mal. Las expectativas están por las nubes, después de todo el equipo de Naughty Dog, la aclamada desarrolladora de los juegos que han sido titulados como "los mejores de su género", ha demostrado en trabajos previos que sus fórmulas se refinan y que una historia bien contada, puede envolver al gamer tanto como lo hace un gameplay bien formulado.
Fue esta tendencia la responsable de que los grandes estudios buscasen desarrollar juegos centrados en la narrativa como principal fortaleza, ejemplos de ello son el Spiderman de PS4 o el gran Red Dead Redemption. Y esto a su vez, nos lleva a la misma pregunta de siempre, ¿Qué es mejor, una historia bien contada o un juego divertido de jugar?, y a fin de cuentas: ¿Qué es lo que define a un buen juego?
Si echásemos un vistazo hacia atrás y le prestásamos atención a los que han sido galardonados como los mejores juegos de los últimos años nos daríamos cuenta de que existen dos vertientes paralelas, dos ramas principales que resultan las más premiadas: Los juegos que priorizan el storytelling antes que el mismo gameplay y los juegos que priorizan el gameplay antes que el storytelling.
En 2015, los Game Awards consideraron a The Witcher III: Wild Hunt, el mejor del año. Un juego que a pesar de tener muchísimos declives de control y algunas mecánicas rotas (como la montura del caballo o los saltos) resultaba divertidísimo de jugar porque su historia era envolvente y entretenida, pues se desarrollaba en un mundo que aparentaba tener vida propia. Por otro lado los premios BAFTA le dieron a Fallout 4 el GOTY. Un juego que presenta todo lo contrario, un mundo desolado y abandonado con gráficas mejorables, actuaciones de voz dudosas y una historia poco interesante que solía ignorarse gracias a las misiones secundarias pero cuyo gameplay es dinámico, adictivo y variado.
En 2016, sucede un fenómeno similar. Los BAFTA premian a Uncharted 4: A Thief's End, donde la fortaleza está en los puzzles, la observación, los tiroteos y el storytelling. Por otro lado los Game Awards, premian a Overwatch. Un juego cuya historia se desenreda en cinemáticas y cuya fortaleza está en el gameplay, la variedad de juego y la diversión desenfrenada que esta puede proveer.
2017, Breath of the Wild y What Remains of Edith Finch son los galardonados, el primero centrado en la libertad de exploración y la variedad de gameplay. donde tú decides tu propio camino al desenvolver la trama; mientras que el segundo es un juego con pocas mecánicas pero una historia y una ambientación que te absorbe en un dos por tres.
Por el momento, parece ser que la industria se encuentra dividida. Los candidatos a buenos juegos, sufren por uno de estos dos fenómenos. Toma por ejemplo Metal Gear Solid 5: The Phantom Pain, del famosísimo Hideo Kojima, un juegazo de libertad de decisión y sigilo pero su historia y lore está tan atorado y enredado que no es fácil para un jugador novato interesarse en él. Por otro lado, la más reciente creación del mismo Kojima: Death Stranding, resultó venerada por su historia pero su gameplay estaba tan poco refinado que cada paso era un martirio y los controles constantemente estorbaban al propio juego. Una vez más se presenta el mismo fenómeno: "buen juego, mala historia" ó "buena historia, mal juego"
Entonces, ¿se puede o no se puede crear un juego que cumpla con todos los requisitos para ser verdaderamente bueno?, ¿Es posible acompañar una buena historia con un buen juego? La respuesta nos lleva al 2018, cuando finalmente y después de años de no coincidir, los Game Awards y los premios BAFTA le dieron el título de Juego del Año a la misma entrega: GOD OF WAR.
Santa Monica Studios arrasó. Entregando un juego que tiene fuertes momentos de acción con controles cómodos e intensos pedazos de trama que se distribuye a lo largo de varias horas. Pocas misiones secundarias que no distraen de la trama principal y picos de dificultad apropiados para el jugador promedio, con fragmentos del juego presentando desafíos justos y momentos de calma uno tras otro. La evolución del personaje, el desarrollo de la historia, los menús cómodos, la falta de pantallas de carga, los jefes finales (escasos pero impactantes) y sobre todo el balance perfecto entre la narrativa y el gameplay. God of War, es la prueba de que si es posible perfeccionar la fórmula. Acto demostrado ya por The Last of Us en 2013, aunque con las debidas limitaciones de su época. Y razón por la que hemos estado ansiosos, esperando a que The Last of Us Part II supere a su predecesor y sea recordado como uno de los grandes.
Cada año, se lanza un nuevo Assassin's Creed, un nuevo Call of Duty, otro FIFA, otro Battlefield y cada uno parece una calca del anterior. Al mismo sistema de juego se le añaden unas cuantas mejoras gráficas, un par de personajes nuevos y se lanza al mercado para ser consumido como pan caliente. Y ahí los tenemos: juegos de mundo abierto que aseguran horas y horas extensas de recoger cientos de coleccionables inútiles en el mapa; RPGs poco satisfacientes en los que la mitad del juego es farmeo y luchar con los mismos 30 enemigos; o Battle Royales con poquita imaginación pero diversión gracias a la comunidad que los integra. La industria parece haber caído en el mismo ciclo que enfrenta el cine Hollywoodense con las películas de superhéroes. Existe un modelo funcional de videojuego, uno que no arriesga nada y obtiene resultados exitosos de todos modos. Sin importar qué tan poco pensados o desarrollados estén, siempre existirá un público para estos juegos. Cuando compras Call of Duty sabes exactamente el tipo de juego que recibirás y Activision sabe exactamente el juego que te puede vender y te vas a tragar. Los mismo hace EA, lo mismo hace Ubisoft y lo mismo hacía Capcom, antes de su redención con Devil May Cry 5.
Estamos al borde de entrar a la nueva generación de consolas. La PlayStation 5 y la Xbox Series X están a la vuelta de la esquina y, al menos quienes piensan como yo, esperamos que este vicio de lanzar videojuegos hechos a medias haya sido solo una crisis de los últimos años y que la Next Gen represente una revolución y un regreso a la búsqueda de juegos realmente valiosos. De esos que sacuden al mundo y se convierten en verdaderos fenómenos. De esos que terminas de jugar y sabes que no volverás a ser la misma persona por un rato.
Por: Rubensan Buenfil @rubensan_04
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