Desde que tengo memoria he sido fan de algo. Cuando era un niño me gustaba ver películas hasta aprenderme los diálogos de ida y vuelta, e incluso hay algunos que recuerdo hasta ahora, casi 20 años después. Mi papá solía llevarme a un cine de nombre "Isla" dónde donde fui testigo de muchas escenas en la pantalla grande que me reventaron la tapa de los sesos. Aferrado a esas butacas y con los ojos bien abiertos lo experimenté todo. Miedo, felicidad, tensión, alivio, y todo gracias a la cantidad de emociones que el cine te puede regalar con su música, con sus imágenes, con la sangre y el sudor de actores y productores que hacen obras maestras que no se olvidan por décadas. No tenía ni 10 años y ya soñaba con sentarme en la silla del director y hacer mi propia película.
Pero a los 11 años de edad el juego cambió cuando mi mejor amigo, en ese entonces, me regaló un libro. "El caballero de la armadura oxidada", libro que arrasé en tres días. En ese momento entendí que algunas películas estaban escritas para ser reproducidas en tu mente. Y para mí, el viaje tuvo el mismo valor. Libro tras libro, como un ratón de biblioteca con pocos amigos y mucho que descubrir, leí hasta que me dañé la vista y seguí leyendo.
Entonces mi sueño fue escribir, hacer mi propia novela y convertirme en un autor, como lo era Conan Doyle o el mismísimo Lovecraft.
Pero mi adolescencia se interpuso. Y si la juventud es símbolo de rebeldía, entonces yo tenía que formar parte de ese conglomerado. Todavía recuerdo la primera vez que escuché a Black Sabbath y me hacía feliz lo prohibido. El heavy metal se convirtió en mi pan de cada día y lo aderezaba con movimientos de cabeza y una afición por los instrumentos que no ví satisfecha hasta que tomé unas baquetas y me senté frente a una batería. Mi sueño era subir a un escenario y ser aclamado mientras realizaba el solo más épico jamás visto. Para convertirme en una leyenda como los tipos de Iron Maiden o el baterista de Led Zeppelin.
Sin embargo, escuchar "ruido" (como le decía mamá), a altos decibeles no era mi única afición. Oh no. Mi viejo una vez salió de casa y regresó con una PlayStation 2 que cambiaría mi vida permanentemente. Ahí lo tenía, frente a mis ojos. Una experiencia tan increíble como el cine, envolvente con sus imágenes, increíble con su música, absorvente con su narrativa y que me permitía ser a mí quien viviera todas esas aventuras. God of War, Prince of Persia, Kingdom Hearts, Bully, Grand Theft Auto, Burnout, Tony Hawk's Underground 2, Esa maldita locura sin fin que eran los videojuegos. Me ataron a mi sofá y al piso día y noche. A veces solo jugando por mi mismo, a veces con algunos de mis más cercanos camaradas. Pero siempre feliz, siendo testigo de un festival de aventuras, violencia y acción.
Y crecí así. Envuelto y definido por la música que escuchaba, las películas que veía, los videojuegos que jugaba, los libros que leía. Crecí amando todas las cosas que me encontraba en el camino y todas ellas me marcaron de manera permanente. Es complicado para algunas personas comprender el valor y el significado que una canción, un videojuego o un libro pueden tener para una persona. Pero no para mí, para no es muy difícil de entender. Porque durante mucho tiempo, ellos fueron mis amigos más cercanos. Y estos gustos, no solamente me convirtieron en un soñador, sino también en un FAN. ¿Lo más grandioso de todo? Es que no estaba solo.
Diariamente encontraba personas que al igual que yo, estaban obsesionadas con cierta película, con cierta banda, con cierto autor. Todos formábamos parte de una comunidad que amaba lo que veía, que había sido impresionado en el cine o se había enamorado a través de un libro, todos éramos tan distintos pero al mismo tiempo compartíamos una conexión única. Una pasión que, si bien a veces es extraña o extrema, siempre nos mantiene cerca unos de otros.
Creo fielmente que todos somos Fans.
Todos tenemos esa inspiración que nos impulsa y que puede venir de cualquier parte. Eso que nos conecta con gente del otro lado del mundo solo porque vimos la misma película o escuchamos la misma canción.
Y eso es lo que somos. Un grupo de Fans que ama lo que hace, hace lo que ama y disfruta de todo lo que ve. Una comunidad, como muchas que encuentra su refugio en lo que más le gusta. Y podría hablar de ello todo el día, todos los días.
Este blog, es FanMade. Lo hicimos los Fans, para que lo lean los Fans. Y sepan que todos somos parte de esto.
0 Comentarios